Un rumor decía que en mi colegio, en el armario de los juegos, entre el trivial y el parchís había una tabla de la Ouija. Por supuesto, como siempre te acompañaba una profesora al armario, nunca supimos si aquello era cierto o no, aunque muchos sospechábamos que podía ser real por el mero hecho de que aquella profesora era una bruja.
En fin, perdonad por el ataque de nostalgia. Quizá una fijación parecida con una de esas famosas tablas hizo que un artesano guitarrero le pusiera cuerdas a una y la conviertiera en un instrumento musical, quizá con la esperanza de que Jimi Hendrix le diera un concierto desde el otro mundo.
Bueno, o eso o es que quería acojonar al personal; aunque qué queréis que os diga, con esas patas a lo película de Tim Burton que tiene el invento, personalmente me resulta hasta entrañable.
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